Los doce puntos de la permacultura bibliotecaria

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Los doce puntos de la permacultura bibliotecaria

O cómo aplicar los principios de la permacultura en la biblioteca (05)

 

Principio 4. Aplicar la autorregulación y aceptar la retroalimentación

Probablemente dos de los elementos más importantes para el correcto funcionamiento de un sistema sean la autorregulación y la retroalimentación.

Un sistema bien diseñado debe ser capaz de autorregularse. Ello implica que, una vez puesto en marcha, solo debe requerir de un mínimo de intervención y de mantenimiento. El propio sistema ajustará sus entradas y salidas de energía, ahorrando y concentrando ese bien en otros puntos en los cuales sea necesario.

Para lograr una buena autorregulación, es preciso poner al sistema en funcionamiento y observar en qué puntos es necesario intervenir para que se mantenga andando. Optimizando el diseño del sistema y logrando que tales intervenciones se reduzcan a un mínimo, se podrá mejorar el desempeño general.

La permacultura como práctica agrícola aprovecha la autorregulación natural de los sistemas biológicos, aunque en numerosas ocasiones es preciso ajustar algunos elementos, dado que la propia existencia de un "cultivo" controlado por el ser humano, diseñado para responder a sus necesidades y adaptado a sus circunstancias es una suerte de "desajuste" del equilibrio biológico natural. Un ejemplo de autorregulación es el control biológico de plagas: el uso de depredadores naturales (que se mantienen sin problemas ni mayor intervención externa) en lugar de la aplicación de insecticidas, que pueden causar una cascada de inconvenientes y requieren una participación externa y una inversión constantes.

En el ámbito social, la autorregulación ha sido interpretada de numerosas maneras, y no siempre correctamente. En el caso particular de las bibliotecas, una práctica autorregulada sugiere la implementación de diversas estrategias que permitan experimentar el funcionamiento de un espacio o de un servicio antes de ponerlos en marcha definitivamente. Un ejemplo son las pruebas-piloto y los modelos, que permiten desarrollar simulaciones y realizar ajustes hasta lograr que los sistemas evaluados funcionen sin demasiadas "intervenciones externas" (entendidas como entradas de energía adicionales a las estrictamente necesarias). Por ejemplo, un sistema de préstamo bibliotecario mal diseñado implicará la realización de tareas extra, lo que significa un gasto de energía no previsto. Un buen sistema de préstamo se mantiene funcionando correctamente sin necesidad de realizar trabajo adicional.

Pasando al segundo elemento, la retroalimentación, esta puede salir del sistema bajo diferentes formas: información, mensajes o señales que proporcionen datos útiles acerca del funcionamiento, el desempeño o los resultados producidos. Es preciso saber identificar cuáles son las fuentes y los formatos de dicha retroalimentación (en el caso de la agricultura, pueden ser muy sutiles) y es absolutamente necesario prestarle atención. Una buena retroalimentación proporciona una evaluación constante y cotidiana del sistema y, si es bien interpretada y gestionada, puede permitir correcciones sobre la marcha y evita el desarrollo de grandes problemas.

En buena parte de los sistemas sociales, incluyendo las bibliotecas, recibir retroalimentación resulta relativamente sencillo: tal información puede solicitarse directamente. Sin embargo, debido a varias razones, algunos problemas no logran detectarse hasta que ya es demasiado tarde. En ese sentido, la retroalimentación puede llegar de otras formas que no sean informes directos, orales o escritos. Si bien las señales pueden ser mucho menos perceptibles (gestos, pintadas, ausencias, silencios...), representan una excelente fuente de información sobre el sistema bibliotecario y sus actividades, y proveen una oportunidad para realizar ajustes y mejoras.

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 16.05.2023.

Foto: "La agricultura permanente de la permacultura". En BKT [enlace].

Sé que pueden quemar libros, arrasar bibliotecas, prohibir lenguas, desterrar creencias, borrar pasados, dibujar presentes, ordenar futuros, torturar y ejecutar personas. Pero también sé que aún no han descubierto como matar el cuerpo intangible y luminoso de una idea, de un sueño o de una esperanza (E. Civallero. Cabecera del blog Bitácora de un bibliotecario entre 2004 y 2014).

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