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Los doce puntos de la permacultura bibliotecaria
O cómo aplicar los principios de la permacultura en la biblioteca (07)
Principio 6. No producir residuos
Desde la perspectiva de la permacultura, el concepto de "residuo" es, básicamente, el resultado o la consecuencia de un diseño pobre.
Es necesario valorar y dar uso a todos los recursos disponibles de una manera estudiada cuidadosamente, para que se aproveche todo y se genere la menor cantidad posible de desechos. En este sentido, cada salida de un subsistema debería ser la entrada de otro dentro del mismo sistema.
Para lograrlo, dice la permacultura, es preciso pensar cíclicamente en lugar de linealmente.
El uso de "procesos cíclicos" es habitual y está muy extendido dentro de las prácticas agrícolas de la permacultura. Los restos vegetales se compostan para servir de abono a la siguiente cosecha, las aguas se reciclan, y la práctica totalidad de los materiales se reutilizan. Sin embargo, dentro de un espacio social, es un poco más difícil ver la manera de no producir "residuos".
En una biblioteca, el "desecho" más evidente es el acervo obtenido tras un proceso de expurgo o descarte: el conjunto de documentos que ya no sirven en la biblioteca, ya sea por su antigüedad o por su estado y que, por ende, se descartan. En general, tales elementos terminan convirtiéndose en papel para reciclar o, en contados casos, en libros para vender. En ambas situaciones pueden obtenerse algunos fondos que, eventualmente, permitirían la adquisición de nuevos documentos ― alimentando así un subsistema bibliotecario.
Sin embargo, existen otros caminos para esos "desechos". Pueden alimentar programas de lectura o incluso otras colecciones bibliotecarias (comunitarias, escolares, rurales...) que, en retribución, pueden proveer contenidos a la biblioteca donante que esta no pueda obtener de otra manera. Asimismo, los ejemplares más dañados pueden servir como "ejemplares de práctica" para crear y mantener un programa de restauración de documentos en la propia biblioteca: de esta forma de ahorrarían recursos destinados a reencuadernación, se recuperarían ejemplares para la colección, y se podría ofrecer el servicio a cambios de tasas básicas, lo cual alimentaría la economía bibliotecaria en cierta forma.
Este principio apunta, básicamente, al uso razonable de los recursos y a evitar el derroche. Un punto que, en plena época de minimalismo y decrecimiento, debería estar bien asentado ya en las actividades de las sociedades humanas modernas.
Acerca de la entrada
Texto: Edgardo Civallero.
Fecha de publicación: 13.06.2023.
Foto: "Permacultura". En Jardiland [enlace].