Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco

Inicio > Blog Bibliotecas y archivos > Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco (01)

Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco

Crónica de un proyecto bibliotecario en las islas Galápagos (1 de 12)

 

— Prefacio —


¿Por qué una biblioteca? ¿Para qué? ¿Cómo ocurre, cómo nace una biblioteca o un servicio bibliotecario? ¿Qué hay detrás? La crónica esbozada en los siguientes párrafos podría haber sido un texto puramente académico que explicara, desde la teoría de las ciencias de la información y los estudios de usuarios, el proceso de diseño de un programa de bibliotecas móviles. Sin embargo, no lo es: se trata de una narración personal que se posiciona en un territorio y en una comunidad determinados y habla desde allí, presentando sensaciones, describiendo el contexto, y explorando los motivos siempre presentes (pero pocas veces mencionados) detrás del nacimiento de esos milagros que seguimos llamando "bibliotecas".


[Descargo de responsabilidad: Este texto ha sido elaborado como una narración de la experiencia personal y profesional del autor durante su estancia en las Islas Galápagos, trabajando incidentalmente para la Fundación Charles Darwin (FCD). Refleja exclusivamente las opiniones y posiciones del autor. La FCD no se hace responsable de dichas opiniones y posturas, y la información sobre la FCD se proporciona sólo como contexto del relato].

[El texto completo de Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco puede descargarse desde Acta Académica].


— I —


Voy recostado en uno de los asientos de última fila de aquella "fibra", que es como les dicen a las lanchas por estos pagos. Se va acabando el mes de septiembre, y con él, 2018 también va enfilando hacia su final. Justo a mis espaldas hay tres motores fuera borda de doscientos caballos que rugen con una furia a mi parecer innecesaria, y me hacen vibrar los tímpanos. Y el resto de mi cuerpo. A los costados, la espuma marina salta en festones que se deshacen en el aire y me van cubriendo con una fina pátina de sal. Por encima de mi cabeza se despliega un cielo de un azul enceguecedor, sin un trazo de nube que empañe su limpieza. Y a mi alrededor, un mar más azul aún, calmo, liso como una pampa de agua.

Un mar que la embarcación en la que viajo —que, por cierto, se llama Cally— va cortando en el trayecto desde isla Santa Cruz a isla Isabela. En las Galápagos.

Las lanchas que hacen el recorrido Santa Cruz-Isabela salen todas las mañanas de Puerto Ayora, el puerto de Santa Cruz, a eso de las 7 y vuelven desde Puerto Villamil, el equivalente isabeleño, a las 14. El mismo recorrido puede hacerse en avión, pero es mucho más caro. Y aburrido: a no ser que uno tenga la mala fortuna de viajar un día de mar brava, o que no tolere en absoluto los barcos, el trayecto entre las dos ínsulas es una delicia. Al fin y al cabo, estoy navegando los Mares del Sur, las míticas aguas del Pacífico oriental descritas en sus diarios por piratas y balleneros desde el siglo XVII al XIX. Y antes de desembarcar podré ver esos islotes que llaman "los Cuatro Hermanos", en la esquina suroriental de Isabela, o una extraña caldera volcánica, partida al medio y hundida en el océano, que en los mapas luce como una fina luna menguante y que aparece marcada como "isla Tortuga".

El mío no es un viaje de placer (aunque, para un viajero como yo, cualquier trayecto lo sea, sin importar el motivo). Aunque trataré de hacerme tiempo para conocer algunos de los rincones de Isabela que aún no he pisado, estoy yendo allí para evaluar la posibilidad de implementar un servicio de bibliotecas móviles en las Galápagos, que comience sus actividades precisamente en aquella isla, la mayor del archipiélago: tierra de volcanes encendidos, historias apasionantes y paisajes irreales.

Y ninguna biblioteca.

[Continuará...].

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 20.06.2023.

Foto: Iguanas marinas en Puerto Villamil, isla Isabela. Edgardo Civallero.

Sé que pueden quemar libros, arrasar bibliotecas, prohibir lenguas, desterrar creencias, borrar pasados, dibujar presentes, ordenar futuros, torturar y ejecutar personas. Pero también sé que aún no han descubierto como matar el cuerpo intangible y luminoso de una idea, de un sueño o de una esperanza (E. Civallero. Cabecera del blog Bitácora de un bibliotecario entre 2004 y 2014).

© Edgardo Civallero | Copyright y condiciones | CC by-nc-nd