Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco

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Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco

Crónica de un proyecto bibliotecario en las islas Galápagos (5 de 12)

 

[Descargo de responsabilidad: Este texto ha sido elaborado como una narración de la experiencia personal y profesional del autor durante su estancia en las Islas Galápagos, trabajando incidentalmente para la Fundación Charles Darwin (FCD). Refleja exclusivamente las opiniones y posiciones del autor. La FCD no se hace responsable de dichas opiniones y posturas, y la información sobre la FCD se proporciona sólo como contexto del relato].

[El texto completo de Unos libros, una maleta, y muchos viajes en barco puede descargarse desde Acta Académica].


— V —


En las islas Galápagos, la conservación medioambiental se presenta como una verdadera bandera, una actividad emblemática, y el caballo de batalla de innumerables políticas, tanto públicas como privadas. Y es, a la vez, fuertemente cuestionada, especialmente por un sector nada despreciable de la población local. En un espacio como ese, tan preñado de conflictos potenciales y reales, una biblioteca podría y debería jugar un rol fundamental, apoyando tanto procesos educativos y divulgativos (aquellos que informen sobre conservación, acciones, riesgos y necesidades) como la toma de decisiones y la propia investigación académica y científica.

Desgraciadamente, y debido a un malentendido tan extendido como discutido, la conservación suele verse solo como una actividad de científicos y ambientalistas, o como una suma de disposiciones de políticos y de medidas de administradores, en lugar de ser abordada como algo que involucra a toda la sociedad en su conjunto. Tal y como indica la bibliografía especializada desde hace al menos tres décadas, la conservación debe ser un proceso social, sustentado por información actualizada que debe ser transmitida de forma clara a través de canales pertinentes: campañas publicitarias, programas de radio, clases de educación ambiental, actividades de extensión, talleres de capacitación, conferencias, y un largo y rico etcétera.

Una biblioteca está preparada para proporcionar los espacios, las herramientas y las técnicas necesarias para recolectar, organizar, conservar, procesar y transmitir esos saberes, en distintos formatos y soportes, y a través de distintos medios. Las bibliotecas crean ámbitos de encuentro entre el conocimiento y aquellos que lo necesitan, utilizando para ello desde las últimas tecnologías hasta formas muy innovadoras de reutilización de viejas rutinas. Todo ello enmarcado en directrices y programas internacionales como la muy trillada Agenda 2030, y en procesos mucho más elementales y "de trinchera", como la ciencia ciudadana y el decrecimiento.

Esa es la teoría. Una teoría recogida, entre otros, por el discutido movimiento conocido como Bibliotecas verdes. La realidad, sin embargo, es bastante más compleja: las ideas pocas veces se traducen en prácticas, y de existir, tales acciones no siempre obtienen los resultados esperados. La escasa sistematización de experiencias bibliotecarias, sobre todo a nivel latinoamericano, y la ausencia de una estructura teórica sólida (especialmente en castellano) en el ámbito de la bibliotecología son factores determinantes en esas ausencias.

[Continuará...].

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 01.08.2023.

Foto: Playa Larga, isla Isabela. Edgardo Civallero.

Sé que pueden quemar libros, arrasar bibliotecas, prohibir lenguas, desterrar creencias, borrar pasados, dibujar presentes, ordenar futuros, torturar y ejecutar personas. Pero también sé que aún no han descubierto como matar el cuerpo intangible y luminoso de una idea, de un sueño o de una esperanza (E. Civallero. Cabecera del blog Bitácora de un bibliotecario entre 2004 y 2014).

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