La mujer perfecta (según el franquismo)

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La mujer perfecta (según el franquismo)

 

Nuestros espacios de gestión de conocimiento y memoria (bibliotecas, archivos, museos...) almacenan buena parte de (que no toda) la experiencia humana. Es en ellos en donde podemos encontrar los orígenes y las raíces de muchos de los fenómenos sociales y culturales que tienen lugar en la actualidad.

Y debería ser desde ellos desde donde pongamos a tales fenómenos en cuestión, y desde donde los sometamos a un proceso de pensamiento crítico. Y, llegado el caso, desde donde los desmontemos.

Las actitudes machistas tienen, lamentablemente, una larga historia en muchas sociedades globales. El necesario y bienvenido escrutinio al que se someten actualmente debería ir acompañado de un análisis de sus inicios, de sus puntos de partida, de los discursos radicales y denigrantes en los cuales se originaron. Tal ejercicio permitiría una comprensión más integral de su naturaleza y, por ende, facilitaría su deconstrucción y eventual eliminación.

Un ejemplo puntual es el estudio de libros, artículos y otros documentos sobre la educación y la vida cotidiana durante el periodo franquista en España ― un periodo histórico dominado por una ideología ultranacionalista y ultracatólica. En ellos se encuentran muchos escritos que recopilan buena parte de los "ideales" inculcados a las mujeres de la época, y en donde se inculca una suerte de "sometimiento" femenino.

En la presente entrada me he tomado la libertad de citar un puñado de ellos. Tristemente, la defensa y la enseñanza de las "ideas" aquí reflejadas no se acabó con el final del franquismo: aún hoy siguen en pie, tal y como lo demuestran eventos recientes, junto a numerosos espacios que ensalzan cierto conjunto de "cualidades" femeninas (una parte de las cuales se ven expuestas en las citas aquí incluidas) e instan a las mujeres a cumplirlas.

Los textos hablan por sí solos: cualquier comentario sería superfluo. Que animen a actividades y acciones de recuperación, visibilización y crítica desde los espacios de gestión de saberes y recuerdos.

 

Es un imperdonable error la negación al esposo del débito conyugal. La mujer no debe, bajo ningún pretexto, negar a su marido lo que le pertenece. Muchas mujeres que se lamentan de las infidelidades de sus esposos no quieren darse cuenta de que fueron ellas las culpables de la traición por no haber conocido a tiempo la enorme trascendencia del consejo que antecede.
Dr. Antonio Clavero Núñez. “Antes de que te cases”. Valencia: Tipografía moderna, 1948. “Un texto de formación prenupcial, con la explicación sencilla y clara de los procesos sexual y generativo humano. Un consejero para los casados en su vida conyugal. Un guía para la mujer en sus trances de maternidad”.


Que las comidas estén dispuestas a tiempo, a la hora que el señor las ha pedido. Puede tener una cita de negocios, una reunión. Si no hay nada preparado a la vuelta, ya se comprende su descontento, su impaciencia. De ahí a las escenas no hay más que un paso que pronto se franquea. Trata de cocinar bien. Los buenos maridos tienen fama de buen apetito. En todo caso, si todas las noches hay charcutería, y cada dos o tres días el mismo menú estereotipado, su humor se resentirá.
Ángel del Hogar (René Boigelot). “La intimidad conyugal: el libro de la esposa”. Bilbao: Ediciones Desclée de Browner, 1946. “Obra dirigida a los matrimonios en donde el autor plantea los medios para que los esposos lleven una vida conyugal plena. Para este propósito dedica dos libros: el de la esposa y el del esposo. La presente obra, de la esposa, aborda desde las orientaciones de la doctrina cristiana y la psicología, los siguientes tópicos: finalidad del matrimonio, construcción del amor perfecto, sexualidad, espiritualidad conyugal y derechos y obligaciones de la esposa”.


El hombre busca en la mujer precisamente las cualidades que él por su naturaleza no posee. Busca feminidad, dulzura, delicadeza. Mujer-hombre, no la quiere. Para hombre se basta él. Cuando pedimos café, queremos que se nos sirva café puro, sin mixtificaciones, es decir, café-café. Esas chicas que con sus modales recuerdan a casi un hombre, llamarán tal vez la atención, arrancarán algún piropo a los tontos y a los frescos, pero al chico recto y bien formado eso no le gusta.
Jorge Loring (jesuita). “Para salvarte”. Edibesa, 2008.


El organismo de las mujeres está puesto al servicio de una matriz; el organismo del hombre se dispone para el servicio de un cerebro.
Federico Arvesú (jesuita). “La virilidad y sus fundamentos sexuales”. Madrid: Ediciones Studium, 1962.


Una mujer que tenga que atender a las faenas domésticas con toda regularidad tiene ocasión de hacer tanta gimnasia como no hará nunca, verdaderamente, si trabajase fuera de su casa. Solamente la limpieza y abrillantado de los pavimentos constituye un ejemplo eficacísimo, y si se piensa en los movimientos que son necesarios para quitar el polvo de los sitios altos, limpiar los cristales, sacudir los trajes, se darán cuenta de que se realizan tantos movimientos de cultura física que, aun cuando no tienen como finalidad la estética del cuerpo, son igualmente eficacísimos precisamente para este fin.
Revista de la Sección Femenina. 1958. “Los frentes de adoctrinamiento de la Sección Femenina Española fueron dos: el de la enseñanza por medio de los libros de texto y el de la revista de la Sección Femenina, auténtico faro de occidente para las mujeres españolas”.


En cierta edad, ya no muy pequeñas, [las mujeres] adivinan que su ansia de maternidad -porque toda mujer ha nacido para ser madre- no puede realizarse sino con la cooperación del varón. Por eso sienten necesidad de relacionarse con el otro sexo. Y ¿dónde mejor que en el baile? El joven la solicita y ella -la dama- se siente complacida entregándose a él.
Vicente Hernández García. “El baile”. Madrid: Stidiium Ediciones, 1961.


Los primeros juguetes de las niñas han de ser las muñecas o cosas parecidas, en conformidad con sus fines ulteriores. Por donde se lleve el agua, por allí corre; y el agua es la conciencia de las niñas en sus primeros años; que corra por sus cauces propios y femeninos.
Antonio García Figar (dominico). “Por una mujer mejor”. 1952.


La mujer es la que tiene que llevar la iniciativa en esta táctica del ceder. Constitucionalmente presenta menos dificultad física y psicológicamente de ordinario Dios la ha dotado de una inmensa capacidad de aguante. Después, el hombre, conseguida esa victoria o seudovictoria inicial, más fácilmente cede y aun se da por derrotado. La discreta dulzura femenina puede completar brillantemente la victoria, pero sin la humillación del hombre.
Padre David Meseguer y Murcia. “Matrimonio”. Madrid: Ediciones Studium, 1958.


La actitud íntima de la especie humana es la posición horizontal, es decir, aquélla en que el hombre se sitúa delicadamente sobre la mujer (...). La posición vertical, o sea, de pie, no puede ser más peligrosa, pues expone al hombre a graves accidentes, por ejemplo, a la parálisis de las piernas. Y cuando la mujer ocupa el sitio de su marido el acto conyugal no se cumple como debiera.
Manuel Iglesias Ramírez. “Problemas conyugales o Vida y estado matrimonial”. Barcelona: Dux, 1953.


Si por casualidad vuestro marido sale alguna vez y, por casualidad, está a punto de cerrar la puerta sin deciros adónde se va, no os creáis autorizadas a exigirle que os diga lo que va ha hacer.
Dra. Edith Carnot. “El Libro del joven”. Madrid: Ediciones Studium, 1953.


No haga la mujer gala de sus conocimientos si es que posee una formación intelectual mejor que la del esposo. Al hombre le gusta sentirse siempre superior a la mujer que ha elegido como compañera.
Matilde Ruiz García. “La mujer y su hogar”. Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez, 1957.

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 19.09.2023.

Foto: "Las esclavas de Franco". En Infobae [Enlace].

Sé que pueden quemar libros, arrasar bibliotecas, prohibir lenguas, desterrar creencias, borrar pasados, dibujar presentes, ordenar futuros, torturar y ejecutar personas. Pero también sé que aún no han descubierto como matar el cuerpo intangible y luminoso de una idea, de un sueño o de una esperanza (E. Civallero. Cabecera del blog Bitácora de un bibliotecario entre 2004 y 2014).

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