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Permacultura bibliotecaria (03)

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Permacultura bibliotecaria (03)

Bibliotecas y los principios de la permacultura (I)

 

[Esta entrada es la tercera de una serie en la que pretendo explorar la aplicación de los principios de la permacultura —y, en concreto, los de la permacultura social— en bibliotecas y espacios afines, como centros de documentación, archivos o museos. Cada entrada, parte de un trabajo más amplio que pronto se publicará académicamente, trata de cubrir brevemente tanto ideas teóricas como potenciales aplicaciones prácticas de los principios de la permacultura social, y busca ofrecer información sobre cómo pueden incluirse sólidos elementos de la naturaleza (biomimetismo) en el diseño de sistemas bibliotecarios. El objetivo final es lograr cambios sostenidos y sostenibles en y desde los espacios de gestión de conocimiento y memoria. Todas las entradas pueden verse aquí].

 

Una vez revisadas, en las entradas anteriores, las ideas de permacultura y permacultura social, y de haber esbozado una posible interacción entre esta última corriente y las disciplinas de gestión de conocimiento y memoria, se procederá a revisar cada uno de los doce principios de la permacultura y, de forma muy breve, a buscar potenciales conexiones con bibliotecas, archivos y museos.

 

Principio 1. Observar e interactuar

En el ámbito de las disciplinas de gestión de conocimiento y memoria (bibliotecología, archivística, museología...), observar e interactuar con la comunidad es fundamental a la hora de crear espacios y servicios pertinentes, coherentes, diversos e inclusivos. De hecho, se trata de una de las primeras fases obligatorias en cualquier proceso de planificación estratégica.

(Una fase que, sin embargo, suele ser ignorada, pasada por alto o, con suerte, ejecutada pobremente, lo cual lleva, por ejemplo, a la puesta en marcha de servicios bibliotecarios que no se necesitan o de espacios que no pueden sobrevivir en una comunidad o territorio determinado. Nacen así los "elefantes blancos" del mundo bibliotecario: grandes salas de computadoras en lugares sin acceso a Internet o al servicio eléctrico, colecciones en castellano en lugares en donde las lenguas indígenas son mayoritarias, y un largo y variado "etcétera").

A través de la aplicación de este principio puede obtenerse información de base, esencial, sobre las necesidades, las posibilidades y las preferencias de la comunidad; sobre sus orígenes, patrones culturales y estilos de aprendizaje; o sobre sus búsquedas, intereses y expresiones. Tal aplicación, además, puede extenderse mucho más allá de las interacciones con la comunidad de usuarios: puede, por ejemplo, abarcar tendencias sociales y tecnológicas a nivel general, garantizando así que los espacios de gestión de conocimiento y memoria evolucionen en armonía con sus usuarios y el entorno externo.

 

Principio 2. Captar y almacenar energía

Para los espacios de gestión de saberes y recuerdos, capturar y almacenar energía no tiene solo una relación directa con el ámbito físico (estructura arquitectónica de bibliotecas, archivos y museos, uso de placas solares, etc.). También la tiene con el intelectual y el comunitario.

Como reservas de conocimiento y creatividad, esos espacios capturan "energía intelectual / cultural / creativa" a través de eventos, talleres, publicaciones y proyectos colaborativos, y la almacenan y organizan para su uso posterior — como incubadora de ideas innovadoras o, siguiendo la perspectiva indígena, como manantial en el que la comunidad bebe para nutrir sus ideas y propuestas futuras.

Y en este aspecto es necesario no perder de vista todo tipo de "prácticas sostenibles" de manejo de dicha energía cultural: un punto en el que se pueden establecer numerosos paralelismos con el uso de fuentes de energía renovables y de tecnologías eficientes que contribuyen a la conservación de la energía ambiental. Incluyendo prácticas éticas, de control de extractivismo cultural y de respeto a lenguas, creencias e identidades.

 

Principio 3. Obtener un rendimiento

"Rendimiento" es una palabra que, en la lógica capitalista y extractivista, esta asociada a explotación y a ganancias económicas. Sin embargo, desde el punto de vista de la permacultura, "rendimiento" es la salida de cualquier sistema: una cosecha, por ejemplo, en un sistema agrícola, o un libro en un sistema editorial.

Los espacios de gestión de conocimiento y memoria pueden obtener rendimientos, más allá de los meramente económicos, proporcionando beneficios intangibles y tangibles a la comunidad. Son muchos los productos, recursos, materiales educativos y programas de desarrollo de destrezas que pueden contribuir al aprendizaje individual, el desarrollo crítico colectivo, la construcción de "comunidad" y el apoyo a procesos de cambio y lucha; en estos casos, los rendimientos se entienden como "ganancias" globales a nivel socio-cultural y, por qué no, económico y político.

En última instancia, este principio de la permacultura pone el acento en saber reconocer las ventajas obtenidas a partir de los servicios y actividades elaborados desde bibliotecas, archivos, museos y espacios afines.

 

Principio 4. Aplicar la autorregulación y aceptar la retroalimentación

Los espacios de manejo de saberes y recuerdos pueden aplicar la autorregulación gestionando eficientemente los recursos de los que disponen, y buscando activamente la retroalimentación de la comunidad.

Esto implica adaptar los servicios en función de los requerimientos y de las aportaciones de los usuarios, creando bibliotecas, archivos y museos que cambien, evolucionen y se adapten de acuerdo con las necesidades y, sobre todo, con las posibilidades de la comunidad y su territorio. Esos espacios dejan de ser rígidos, limitados y limitantes (e incluso colonizados y colonizantes), y se convierten en elementos flexibles, maleables, totalmente responsivos a las circunstancias cambiantes de cualquier sociedad humana. Buscan adaptar sus estructuras a la comunidad, y no a la inversa — lo cual suele ser lo más habitual (y evidencia una serie de jerarquías, autoridades y centralismos malsanos).

Pueden crearse así entornos que respondan dinámicamente a diversas características e inquietudes, garantizando que bibliotecas, archivos y museos sean espacios relevantes y pertinentes.

 

Principio 5. Utilizar y valorar los servicios y recursos renovables

Dar prioridad a los recursos y servicios renovables es fundamental para las prácticas permaculturales. El principio puede traducirse en varias líneas de acción en el ámbito de las disciplinas de gestión de conocimiento y memoria.

La línea más conocida es la de emplear fuentes de energía renovables y materiales sostenibles. En este último aspecto es preciso tener en cuenta que buena parte de los materiales empleados en construir los edificios de las bibliotecas tradicionales son recursos que nada tienen de "verde": vigas de hierro procedentes de minas a cielo abierto, cemento de espacios deforestados, y un largo "etcétera" bastante investigado y muy poco divulgado. Quizás las bibliotecas más sostenibles en ese aspecto sean las de paredes de caña de la costa peruana o las de adobe de Bolivia: estructuras edilicias que, en última instancia, resultan incluso compostables.

La adopción de tecnologías digitales, las cuales supuestamente reducen la demanda de recursos físicos (por ejemplo, materiales en papel) puede ser un arma de doble filo: la cantidad de recursos y energía empleados para mantener tales tecnologías y productos, y la cantidad de residuos que se generan, son elementos que generalmente no se toman en consideración en estos contextos.

La línea con mayores posibilidades es la de ofrecer servicios y actividades que fomenten la sostenibilidad, agregando valor tanto a la comunidad como al medio ambiente. Ofrecer programas sobre vida sostenible y educación ambiental permite a los usuarios adoptar prácticas sostenibles, mientras que las bibliotecas se convierten en defensoras del consumo responsable y la reducción de residuos, contribuyendo a una comunidad socialmente sostenible.

 

Principio 6. Dejar de producir residuos

Minimizar el impacto ambiental es fundamental para el principio permacultural de no producir residuos. En su aspecto mas evidente, los espacios de gestión de conocimiento y memoria pueden lograr esto implementando sólidos programas de reciclaje, fomentando el empleo de materiales reutilizables y fomentando una cultura de minimalismo y decrecimiento.

En un aspecto menos evidente pero más sostenible a largo plazo, bibliotecas, archivos y museos pueden apoyar, a través de sus espacios, recursos y servicios, iniciativas comunitarias como el intercambio de libros, las "bibliotecas" de préstamo de herramientas o los programas de reparación y reutilización, fomentando una cultura de intercambio y re-uso de recursos, desalentando el consumismo desenfrenado y promoviendo un consumo responsable, contribuyendo así a prácticas de vida socialmente sostenibles.

 

[Continuará...]

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 20.02.2024.

Foto: "Permacultura social". En Supermarkt-Berlín [Enlace].