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Permacultura bibliotecaria (04)

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Permacultura bibliotecaria (04)

Bibliotecas y los principios de la permacultura (II)

 

[Esta entrada es la cuarta y última de una serie en la que pretendo explorar la aplicación de los principios de la permacultura —y, en concreto, los de la permacultura social— en bibliotecas y espacios afines, como centros de documentación, archivos o museos. Cada entrada, parte de un trabajo más amplio que pronto se publicará académicamente, trata de cubrir brevemente tanto ideas teóricas como potenciales aplicaciones prácticas de los principios de la permacultura social, y busca ofrecer información sobre cómo pueden incluirse sólidos elementos de la naturaleza (biomimetismo) en el diseño de sistemas bibliotecarios. El objetivo final es lograr cambios sostenidos y sostenibles en y desde los espacios de gestión de conocimiento y memoria. Todas las entradas pueden verse aquí].

 

Una vez revisadas, en las entradas anteriores, las ideas de permacultura y permacultura social, y de haber esbozado una posible interacción entre esta última corriente y las disciplinas de gestión de conocimiento y memoria, se continuarán revisando cada uno de los doce principios de la permacultura y, de forma muy breve, a buscar potenciales conexiones con bibliotecas, archivos y museos.

 

Principio 7. Diseñar desde los patrones hacia los detalles

Ir de lo general a lo particular, progresar desde los esquemas más amplios hasta los niveles más reducidos, ha sido, desde siempre, una estrategia habitual dentro de los procesos de planificación estratégica. Se trata de una cuestión de perspectiva: comenzar pintando a grandes trazos para terminar con las pinceladas más delicadas.

Las bibliotecas pueden aplicar este principio permacultural a la hora de acercarse a la comunidad, comprendiendo primero sus patrones más amplios de organización, participación social, expresión cultural y aprendizaje, para después ir profundizando progresivamente en los detalles de cada experiencia y cada proceso — incluso a nivel personal, dependiendo del tamaño del colectivo al que se sirva. Entender los esquemas educativos y las dinámicas culturales de los usuarios, reales y potenciales, permite a los espacios de gestión de conocimiento y memoria adaptar a la realidad tanto sus colecciones como sus estructuras, servicios y actividades de manera efectiva y alineando sus operaciones con las tendencias cambiantes en el consumo de información y en el uso de la tecnología.

Y, por otro lado, diseñar la biblioteca de lo general a lo particular permite establecer primero un boceto a grandes trazos e ir perfilándolo a la vez que se ve va conociendo a la comunidad, sus posibilidades y sus necesidades. De esta forma, el nivel de detalle que tenga el plan bibliotecario irá de la mano con el nivel con el que se conozca a la comunidad destinataria de dicho plan.

 

Principio 8. Integrar en lugar de segregar

Sumar y conectar, desde el punto de vista de la planificación y el diseño de sistemas, siempre ha sido mucho más recomendable que restar y dividir. Es por eso que la permacultura incluye entre sus principios elementales el de integrar antes que segregar.

Algo que, lastimosamente, no es tan habitual en el mundo de la gestión de saberes y recuerdos. Pues, en líneas generales, el patrimonio cultural es dividido y fragmentado entre espacios según los intereses de las distintas disciplinas especializadas que lo estudian (bibliotecología, archivología, museología...). Cierto es que luego, tras la segregación, se busca una integración (artificial) que, como es de esperar, pocas veces se logra de forma completa.

El principio invita a las bibliotecas a crear espacios y procesos integrales, comprehensivos y multifuncionales, que den cabida a diversas actividades, rompiendo silos y planteando la construcción de espacios cohesionados y servicios interconectados — incluso con otras instituciones. Al mismo tiempo, sugiere que el trabajo de las bibliotecas debería fomentar la integración y la unión de la comunidad, internamente y con otros colectivos sociales.

 

Principio 9. Utilizar soluciones pequeñas y lentas

Hacer las cosas a pequeña escala y a poca velocidad se encuentra, muchas veces, detrás del éxito de no pocos diseños de sistema.

Las bibliotecas y el resto de los espacios de gestión de saberes y recuerdos pueden beneficiarse de semejante perspectiva, especialmente en un mundo en el que lo veloz y lo grandioso parecen estar dominando la escena.

Desde esta perspectiva permacultural, pueden adoptar un enfoque mesurado, razonado y crítico, tanto para su crecimiento y desarrollo propios (en términos de espacio, colecciones o servicios) como para el de su comunidad. Las actividades pueden ponerse a prueba a ritmos lentos, asegurando una trayectoria sostenible para el éxito a largo plazo. A la vez, los servicios pueden adaptarse más fácilmente a las necesidades cambiantes de la comunidad si dichas adaptaciones se realizan a través de cambios pequeños y manejables, fomentando una cultura de mejora continua.

En muchas ocasiones la mejor decisión, la más innovadora, es quedarse quieto o avanzar lentamente. Y no pocas veces resulta recomendable ir dos pasos por detrás de la línea de avance y de novedad — simplemente para lograr tener el tiempo suficiente para meditar sobre lo que se está haciendo y lo que se quiere o necesita hacer.

 

Principio 10. Usar y valorar la diversidad

La diversidad es una de las principales riquezas de cualquier espacio o sistema, ya sea biológico, social o tecnológico. Los tejidos más resistentes siempre han sido los que tienen una mayor diversidad de hilos, hebras, tramas y diseños, y los ecosistemas más saludables, los que mantienen su biodiversidad intacta.

Las bibliotecas diversas son espacios vibrantes que sostienen, con su personal y sus actividades, un rico tapiz de perspectivas, culturas y voces. Utilizan desde la biodiversidad ambiental hasta las expresiones artísticas de todos los orígenes y épocas para enriquecer la experiencia de la comunidad, y para sostener su intrínseca diversidad natural y humana.

Pero no se trata solo de los servicios: todos los espacios de conocimiento y memoria deberían conservar colecciones que representen la gama más amplia posible de miradas, garantizando la inclusión y reflejando la riqueza del conocimiento y la creatividad humanos. Los saberes, los idiomas, las historias y los recuerdos de todos los miembros de la comunidad deberían estar entre los documentos gestionados, y no solo los del grupo "dominante" o "vencedor", las clases "académicas" o las editoras "hegemónicas". Aceptar la diversidad significa, también, luchar contra el colonialismo y las presiones culturales y socio-políticas a las que tienen que hacer frente las bibliotecas y los saberes que estas manejan.

 

Principio 11. Utilizar los bordes y valorar lo marginal

Este principio de la permacultura alienta a los espacios de manejo de saberes y recuerdos a reconocer aquellas oportunidades de aprendizaje, innovación y participación comunitaria que puedan presentarse en los márgenes.

No se trata solamente de prestar servicios a grupos desatendidos o "marginales" (garantizando de esa forma que no se pase por alto a ninguna parte de la comunidad) o de establecer programas que atiendan las necesidades de los grupos marginados, fomentando la inclusión y el diálogo comunitario. Se trata, sobre todo, de quitar la mirada del centro y colocarla en las periferias de todo tipo que rodean las bibliotecas — o las que están dentro de la biblioteca.

Al reconocer que los márgenes no están vacíos sino que tienen sus propias voces, inquietudes y búsquedas, se suman a los quehaceres bibliotecarios una serie de ideologías y de perspectivas que incluyen la resistencia, el compromiso, la responsabilidad, el activismo y la militancia, entre muchas otras.

 

Principio 12. Usar y responder creativamente al cambio

Enfrentadas a la imparable evolución de las estructuras y dinámicas globales, tanto naturales / ambientales como sociales, las bibliotecas y sus espacios afines de gestión deben responder creativamente al cambio. A través de una serie de caminos —que pueden ir desde la implementación de prácticas ambientalmente conscientes hasta el desarrollo de programas socialmente receptivos—, todos esos lugares deberían adoptar la adaptabilidad, la innovación y la resiliencia como sus estrategias principales.

No se trata de que la comunidad se adapte a lo que la biblioteca tiene para ofrecer, o quiera o decida ofertar. Bien por el contrario: la biblioteca debe estar siempre atenta a los cambios sufridos por su entorno, y debe reaccionar con prontitud para adaptarse a dichas variaciones, modificar sus acciones, sus objetivos e incluso su misión, y proporcionar una respuesta rápida a las necesidades de información de sus usuarios, tanto reales como potenciales.

Abrazando el cambio y acompañándolo, las bibliotecas responden a las necesidades y a las aspiraciones de su comunidad, manteniéndose como instituciones dinámicas y resilientes que contribuyen positivamente al bienestar de sus usuarios.

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 20.02.2024.

Foto: "12 principios de la permacultura". En LinkedIn [Enlace].